Los supermercados usan neuromarketing para que compres más. Y todos caemos.
80% de nuestras compras son impulsivas y las tiendas lo saben. Por eso, desde la música hasta el olor, los supermercados juegan con tus sentidos sin que te des cuenta. Estos son algunos ejemplos:
Una compra empieza por la vista.
La luz juega un papel importante. En los productos refrigerados, las tiendas utilizan una iluminación clara para que el producto se vea mucho más fresco. En las carnes podrás ver una iluminación rojiza para potenciar ese color de la carne.
Pero no solo es la luz. El fondo de las carnicerías y pescaderías de los supermercados es blanco para que dé la sensación de que ese producto es más fresco.
¿Qué escuchas cuando estás comprando?
La playlist de la tienda no está elegida al azar: influye en la velocidad y el tiempo que pasan los clientes en el local.
Además, un sonido característico de todos los supermercados es el de las ruedas del carrito contra las baldosas. Este ruido tampoco es casual: las cadenas ponen las baldosas muy juntas para que suenen y pienses que vas demasiado rápido. Así, consiguen que minimices el ritmo y compres más.
Usan tu olfato para que compres más.
Dependiendo de la zona en la que estés, podrás oler a pan o a jabón. Pero, así como incluyen olores agradables que abren el apetito, también bloquean otros que generan rechazo. Cuando pasas al lado de la pescadería, es probable que no no huelas a nada. Para ello utilizan extractores de aire muy potentes que neutralizan el olor.